El desempleo de España ha cobrado un especial protagonismo durante los años de crisis, cuando cifras alarmantes como un 27 % de paro o un 55 % de paro juvenil saltaban a las pantallas de televisión y primeras páginas de los periódicos, sirviendo para alertar, según conviniese, de las vidas que se cobraba la avaricia de los banqueros, de las consecuencias de la unión monetaria o de los efectos de los recortes y planes de austeridad. Sin embargo, el grave problema del desempleo en España viene de mucho antes y se debe a un esqueleto estructural que se ha mantenido prácticamente igual durante los últimos treinta años, a pesar de que su precariedad y perversidad se han hecho especialmente aparentes durante los últimos seis.

Desde 1990, la tasa de desempleo más baja de España (8,2 % en 2007) no difiere demasiado de la tasa de desempleo más elevada registrada en países como Italia (12,2 % en 2013), EEUU (10,5 % en 2010), Francia (10,7 % en 1997) o Alemania (11,2 % en 2005). Es más, la tasa de paro en España nunca ha sido inferior a la de Italia, EEUU o la media de la Unión Europea. Únicamente durante los años del boom inmobiliario, España tuvo ligeramente menos paro que Francia o Alemania. Como muestra el gráfico 1, la situación de España es única.

Fuente: Eurostat

Fuente: Eurostat

Estos datos nos fuerzan a plantearnos qué está pasando en España. Más concretamente —dado que la alta tasa de desempleo no parece ser algo temporal sino una realidad intrínseca a la economía del país— habremos de plantearnos qué es o hace distinta a España y porqué.

Aunque no podemos obviar que el sistema educativo es una de las causas del paro en España, ya que una parte de la población está inadecuadamente formada para las tareas para las que existe demanda (más detalle en No es país para jóvenes… resignados), aquí me limitaré a exponer las distorsiones provocadas por el mercado laboral en sí.

Es común referirse a la rigidez del mercado laboral español como el principal culpable del gran número de personas que no tienen trabajo. Pero, ¿qué es lo que lo hace más rígido que el de otros países? ¿Y por qué, exactamente, causa desempleo esa rigidez?

La principal causa distorsionadora del mercado laboral que diferencia a España de la mayoría de los países de nuestro entorno es el altísimo coste de despido de trabajadores indefinidos y la consiguiente proporción de contratos temporales que provoca. En España, el coste del despido asciende a 33 días por año trabajado, mientras que en Alemania el coste es de 15 días, en Reino Unido de 7 días, en Francia de 6 días y numerosos otros países como Holanda, Bélgica, Suecia, EE. UU. la indemnización se acuerda libremente entre empresa y empleado. El siguiente gráfico muestra datos del último informe Doing Business del Banco Mundial en el que compara el coste de despido de un trabajador con 10 años de antigüedad donde España es el país con mayor indemnización de la UE y triplica la indemnización media.

Fuente: Banco Mundial

Fuente: Banco Mundial

De esta forma vemos que la tan ansiada reforma laboral de 2012 se ha quedado muy corta de su potencial y que, incluso después del cambio de legislación, España sigue estando muy alejada de sus socios europeos. La diferencia entre los costes de despido en España y en otros países es significativa, aún después de haberse reducido la indemnización de 45 a 33 por año trabajado.

Este elevado coste de despido en España incrementa el riesgo que asumen las empresas al contratar de forma indefinida, y por lo tanto eleva el umbral a partir del cual un empleador puede permitirse ofrecer un contrato de este tipo. Igualmente esta sobreprotección de los trabajadores indefinidos genera una marcada dualidad e incrementa la diferencia entre los costes de despido de los trabajadores indefinidos y los temporales, provocando que la contratación temporal en España sea mucho más acentuada que en otros países (ver gráfico 3).

Fuente: Eurostat 2013

Fuente: Eurostat 2013

Además de dar lugar a una mayor proporción de trabajadores con contratos temporales, la dualidad de los contratos y rigidez del mercado laboral español crean más paro en términos absolutos por cuatro razones principales.

Primero, el actual sistema desincentiva la contratación frente a otros factores de producción más flexibles. Al tomar decisiones de contratación, las empresas están sometidas a incertidumbre y a riesgos, ya que no saben ni el desempeño que va a tener la propia empresa en el futuro ni cómo de positiva va a ser la aportación de los nuevos empleados. En un contexto de riesgo e incertidumbre, las empresas buscan la mayor flexibilidad posible para poder adaptarse según sea necesario. De esta forma, no es sorprendente que las empresas busquen emplear la menor cantidad posible de factores rígidos, como es la contratación de personas, frente a otros más flexibles, como puede ser la maquinaria o la tecnología. El elevado riesgo asociado con la contratación también puede desincentivar los planes expansivos o de crecimiento de las empresas.

Segundo, la dualidad del mercado laboral afecta negativamente a la productividad de la economía ya que el sistema carece de la flexibilidad necesaria para ajustar el empleo en base a consideraciones de eficiencia, principalmente la productividad de los trabajadores. Al ser el coste de despido de trabajadores con contrato indefinido tan desproporcionado,  muchas empresas ante la necesidad de reducir plantilla, por ejemplo para ajustarse a condiciones económicas adversas, despiden a los trabajadores cuyos contratos son más baratos de rescindir. Así, en lugar de despedir a los empleados menos productivos y así lograr mejorar la productividad y competitividad de la empresa, se opta por minimizar costes asociados y despedir a trabajadores temporales o con pocos años de antigüedad.

Además, la dualidad desincentiva la inversión en formación. La mayor proporción de contratos temporales en la economía española da lugar a una mayor rotación de empleados, lo que a su vez desincentiva a los empleadores a que inviertan tiempo y dinero en la formación de trabajadores, disminuyendo así su potencial productividad y capital humano. Por estas dos razones, la rigidez perjudica la productividad y la competitividad de las empresas y del país en su conjunto. De hecho, España ocupa en el Global Competitiveness Index de 2013-2014 el puesto 115 en cuanto a eficiencia del mercado laboral.

Tercero, la sobreprotección de los salarios de los contratos indefinidos hace que los ajustes de la masa salarial que pagan las empresas se hagan en mayor medida a través de despidos y en menor medida a través de salarios, en comparación con otros países. Así vemos que, entre los años 2007 y 2011, en España se incrementaron los salarios nominales a la vez que el paro. Durante este periodo España registra un incremento del salario nominal medio del 18 %, superior al de países como Francia (11 %), Italia (9 %) o Alemania (10 %) o a la media de la Unión Europea (11 %), mientras que al mismo tiempo en España aumentó el paro en mayor proporción que en estos países (ver gráfico 1).

Cuarto, la rigidez da lugar una mayor economía sumergida. La precariedad de los contratos temporales y la enorme dificultad de encontrar un empleo con contrato indefinido hace que una parte considerable de la población pierda la esperanza en el mercado laboral formal y busque vías alternativas de generar ingresos. Resulta comprensible que, en un mercado tan rígido y donde prima la antigüedad o el tipo de contrato sobre factores como la productividad, las personas sean más proclives a generar ingresos en los mercados sumergidos. Según un reciente estudio del Consejo Empresarial para la Competitividad, el empleo sumergido en España representa un 11 % del PIB, y está muy por encima al de otros países como Francia (6 %), Holanda (4 %) o Alemania (8 %). Además, en torno a 700.000 desempleados estarían trabajando de forma sumergida, lo que equivaldría a reducir la tasa de paro en 3 puntos. Estos datos, por lo tanto, también ayudan a explicar las elevadas tasas de paro en España: muchas personas que se declaran desempleadas en realidad no lo están.

Los mecanismos aquí examinados muestran el cómo y el por qué de las elevadas tasas de desempleo en España —tasas que llevan siendo muy superiores a las del resto de países de la Eurozona desde hace varias décadas—. El mercado laboral necesita urgentemente una buena dosis de flexibilidad que lleve a disminuir la carga y el riesgo que supone la contratación de empleados, que incentive a las empresas a hacer un mayor uso de este factor de producción y que permita que, en tiempos de crisis, el ajuste se lleve a cabo mediante criterios de productividad y no de coste.