Israel cuenta con una población cercana a los 8 millones de habitantes y recibió en 2014 inversión en sus startups por valor de 3.400 millones de dólares. Por el contrario, España, con 45 millones de habitantes, solo consiguió atraer 523 millones de dólares (499 millones de euros). ¿Cómo es esto posible? ¿Cuáles son las claves del éxito de Israel? ¿Puede España aprender de Israel?

Según se expondrá en este artículo, sí es posible recrear el milagro israelí. Su fenómeno ha sido estudiado por gobiernos de todo el mundo y multitud de países han intentado replicarlo (Singapur, Corea del Sur, etc.). En este artículo se realiza ese mismo ejercicio, una vez más, pero desde una perspectiva nueva, y con soluciones concretas, a la medida de la economía y el ecosistema español.

Un componente clave del éxito israelí es su cultura, y su actitud vital: el israelí celebra la innovación y la toma de riesgos. En muchas ocasiones se escucha que en Silicon Valley o Israel se celebra el fracaso. No queremos ir tan lejos pero sí es cierto que elegir el camino del emprendimiento es asumir que se fracasará en ciertos aspectos, que se recibirán muchos noes antes de recibir el sí definitivo. España ha sido tradicionalmente un país con aversión al riesgo.

En el pasado hemos sido testigos en foros universitarios de relevancia en España de cómo los estudiantes de ADE, al ser preguntados por sus aspiraciones profesionales, se centraban fundamentalmente en el sector público (funcionariado) o en las grandes corporaciones, pero esto está cambiando.

Si en algo nos ha ayudado la crisis es a darnos las claves para identificar la primera pieza relevante del puzle que forma un ecosistema de emprendimiento fuerte. Hoy, más alumnos brillantes comienzan a considerar el emprendimiento como un camino viable. El coste de oportunidad del emprendimiento ha bajado y los funcionarios ven cómo sus privilegios se debilitan y las plazas públicas se han reducido. La reforma laboral ha permitido a las grandes corporaciones reaccionar ante la crisis rebajando su coste salarial y dificultando en mayor medida las promociones. Hoy tenemos menos que perder. Algunos de estos emprendedores serán exitosos y el éxito atraerá a un mayor número de estudiantes y trabajadores brillantes. Quizás algún día lleguemos, como Israel, a llamarlo el deporte nacional.

¿Qué más aspectos contribuyen a la cultura israelí? Todos los años los israelíes son llamados a filas en el servicio militar, pues dada la delicada situación geopolítica que vive la región, el buen funcionamiento del ejército es una cuestión de supervivencia. De todos los jóvenes reclutados, solo los mejores entran en las unidades de élite de I+D+i y ciberseguridad, como Talpiot o la unidad 8200, que trabajan sin cesar para mejorar las armas tecnológicas y la inteligencia de las que dispone Israel. En estas unidades los jóvenes son educados mediante la resolución de problemas reales y asumen un alto grado de responsabilidades y posiciones de liderazgo a una edad muy temprana, siendo difícil encontrar en materia de preparación personal un comparable en el mundo occidental. Este entrenamiento les prepara para las realidades a la que luego se enfrentarán en un futuro como emprendedores.

¿Cómo replicar este modelo en España? A falta de una analogía en materia militar, el cambio en la educación puede ser clave. Un concepto poco habitual en España es el de los traineeships o industrial placements[1].¿Por qué esperar 4, 5 o 6 años para incorporarse al mundo profesional? ¿Por qué no combinar el entrenamiento académico con el profesional? Las propias empresas podrían así financiar parte de los gastos de educación.

Parece claro que España tiene mucho que mejorar en el ámbito universitario y de investigación. ¿Cuáles son las claves del éxito en estos ámbitos? La cultura y la estructura de incentivos. Los profesores de las universidades de Israel persiguen el reconocimiento académico, sí, pero no se detienen ahí: buscan que sus investigaciones cambien el mundo, no solamente la ciencia. La estructura actual beneficia económicamente al profesor si sus patentes llegan a fines comerciales y generan ingresos para la universidad. En este sentido las Technology Transfer Offices (TTO, Oficina de Transferencia de Tecnología) juegan un papel clave. Estas oficinas operan con estructuras similares al mundo corporativo con objetivos de ingresos y beneficios. Los ingresos de varias de estas TTO llegan a superar los cientos de millones de dólares anuales a través de la licencia de sus patentes. Sería interesante que el gobierno estudiase este tipo de estructuras (como Ramot en Tel Aviv University o Yeda en el Weizman Institute) para fomentar la investigación aplicada.

El efecto spillover del ejército y la universidad hace que nazcan extensiones con el propósito de desarrollar comercialmente invenciones

El efecto spillover[2] del ejército y la universidad hace que nazcan extensiones con el propósito de desarrollar comercialmente invenciones. Estos factores permiten que Israel sea el país con mayor inversión como porcentaje del PIB en I+D+i por encima del 4 % (frente al  cerca del 1,30 %  de España).

Un tercer foco de innovación son las multinacionales tecnológicas. En Israel existen más de 278 centros de I+D+i de multinacionales. La mayor parte de los líderes tecnológicos mundiales tienen un centro en Israel (Facebook, Apple, Samsung, Intel, IBM, Google). El gobierno debe fomentar dentro del marco europeo la implantación de estos centros a través de incentivos y programas que hagan de España un país más atractivo que otros destinos europeos e internacionales. Este no será un proceso sencillo ni inmediato, pero su implantación traerá consigo un círculo virtuoso que desemboque en la creación de nuevas empresas y la atracción de otras ya existentes. Además, estas empresas contratarán y generarán expertos en áreas donde se podrá innovar. La rotación entre empresas y posteriores spinoffs generará recursos humanos mejor preparados para innovar. Al fin y al cabo, el objetivo es crear un ecosistema que se autoabastezca de empresas, tecnología, talento profesional e innovación.

España debe fomentar la implantación de centros tecnológicos de multinacionales pues generaría un círculo virtuoso de creación de nuevas empresas

En las etapas tempranas de un negocio, lo habitual es que las empresas requieran inversiones o working capital. Es muy habitual también que empresas exitosas se vean al borde de la insolvencia debido a problemas de liquidez. Además de los recursos propios, de las ayudas al emprendimiento y —en menor medida— de los bancos, existen otras fuentes de financiación a tener en cuenta, como  por ejemplo el  capital riesgo (Venture Capital). Esta diferencia en el nombre es el legado de una cultura pasada de aversión al riesgo: el actual capital riesgo frente a  capital de iniciativa.

El capital riesgo financia empresas que no cotizan en bolsa con la esperanza de recibir unas rentabilidades superiores a las habituales para otra clase de activos (bonos, depósitos, acciones en empresas cotizadas). El inversor proporciona al emprendedor financiación a cambio de una participación en el capital su empresa. El mayor riesgo se ve recompensado con mayores retornos sobre la inversión en caso de éxito.

¿Pero cómo recupera el inversor el capital? ¿A través de dividendos? No, normalmente no. La forma de recuperar la inversión consiste en la venta por el inversor de su participación en la empresa. Esto normalmente ocurre de tres maneras: 1) A través de una salida a bolsa de parte del capital de la empresa y, por lo tanto, con la venta de sus acciones en los mercados de valores (IPO o OPV), 2) mediante una operación corporativa de venta de la empresa invertida a otra empresa y 3) a través de la venta directa de las acciones del inversor a un tercero dispuesto a adquirirlas fuera de un entorno regulado.

En Israel se invierten cada año 3.400 millones de dólares en empresas que se encuentran en su fase inicial de desarrollo (Venture Capital) y los inversores recuperan 6.940 millones de dólares. En España se invierten 499,7 millones de euros y se recuperan 135,1 millones de euros.  Por un lado la inversión es muy pequeña, y por otro la desinversión es aún menor.

Por el lado de la inversión, la falta de multinacionales impide que existan empresas internacionales buscando oportunidades de inversión en España por falta de conocimiento del mercado. En Israel, la inversión extranjera supone el 80 % de las inversiones. No obstante, el volumen de inversión extranjera en España está creciendo.

Desde el punto de vista de la desinversión, son también las multinacionales las que cuentan con la capacidad financiera suficiente para aportar liquidez a un mercado como el israelí. Esta es una de las grandes diferencias entre el mercado israelí y el mercado español: su capacidad de generar oportunidades de desinversión. No existen en la actualidad en España grandes compañías del ámbito tecnológico (salvo contadas excepciones) capaces de dotar al mercado español de capital riesgo de la liquidez suficiente para generar confianza en el inversor extranjero. Si nos centramos en la venta de proyectos en el mercado secundario de acciones, cabe destacar que Israel es el tercer país con más compañías cotizando en el Nasdaq, después de Estados Unidos y Canadá.

¿Cómo atraer inversión y cómo fomentar la desinversión? El gobierno ha lanzado una iniciativa que permitirá inyectar liquidez en el mercado español y hacer crecer el volumen de inversiones. Se trata del fondo de fondos público FOND-ICO Global dotado de 1.200 millones de euros y que tiene como objeto el promover la creación de fondos de capital riesgo en España. Una iniciativa muy similar a la que en su día (1993) lanzó el gobierno israelí: Yozma. FOND-ICO aporta capital a los fondos de capital riesgos. Estos a su vez aumentan su capacidad de captar más fondos y lo invierten en España, lo que posiblemente ayude a crear y reforzar la joven industria del capital riesgo en nuestro país.

Pero, ¿qué más es necesario? ¿La legislación española es adecuada? ¿Por qué es importante? Cuando un inversor norteamericano estudia invertir en España quiere poder contar con estructuras legales estandarizadas a nivel internacional que les permita contar con un nivel de seguridad jurídica similar al que pueda tener Estados Unidos (habitualmente la ley del Estado de Delaware). En materia legislativa parece claro que hay un interés público en mejorar el entorno como se desprende de la Ley 14/2013 de apoyo a los emprendedores, la Ley 22/2014 de regulación de las sociedades de capital riesgo o la ley de financiación empresarial en materia de crowdfunding, pero quizá sea insuficiente por el momento. Es necesario que se incentive la creación e inversión en startups y que se dote de un marco fiscal más favorable a este tipo de inversiones.

La legislación en Israel[3] permite la mayor parte de las estructuras que prevé la ley en EE. UU. (Delaware). Esto facilita el proceso y reduce las incertidumbres para el inversor extranjero. Además, la implantación de estas estructuras legales y contractuales facilita una futura salida a bolsa en EE. UU.

El gobierno debería estudiar de cerca los programas del Office of the Chief Scientist (OCS) existentes en Israel. Esta oficina tiene como objetivo fomentar la innovación, y lo consigue a través de programas de apoyo en todas las fases de la empresa. El OCS recibe miles de solicitudes de apoyo por parte empresas y escogen solo las más prometedoras. Los fondos que aporta el OCS son a fondo perdido y una vez más hacen atractiva la inversión al inversor extranjero.

Pero la responsabilidad no es solo del gobierno. En esta fase interina en la que España no dispone de un gran número de multinacionales con centros de investigación es particularmente importante disponer de inversores y fondos de capital riesgo con experiencia internacional, para que sean ellos los que atraigan a inversores extranjeros en coinversión (como lo son Sequoia, Andreeesen Horrowitz, Kleiner Perkins) y posteriormente sean ellos los que ayuden a hacer road shows de las startups para posibles compradores en los principales mercados internacionales. Es muy sencillo desembolsar capital (invertir) pero no tanto desinvertir.

En palabras del fondo de capital riesgo español Seaya: «Pronto veremos pelotazos tecnológicos made in Spain». Es posible, pero el paso de pelotazo al de creación de valor a largo plazo será el que determine finalmente el éxito y sostenibilidad de un mercado español que aún debe dar sus primeros pasos.

Es hora de despertar de la siesta y aprovechar la coyuntura actual para revitalizar nuestra economía apalancándonos en la creación de nuevas empresas.

[1] ^Experiencia profesional (habitualmente retribuida) de estudiantes que les permite conectar con el entorno profesional antes de obtener definitivamente el grado. Son pocas las universidades españolas que por el momento hayan implantado programas desarrollados de prácticas profesionales desde los primeros años de carrera universitaria.

[2] ^Una empresa innovadora desarrolla conocimientos, pero esos conocimientos no quedan confinados en la propia empresa, sino que desbordan o rebosan sus límites y pasan a ser, aunque no lo quiera y sin que pueda evitarlo, de dominio público, de manera que otras empresas pueden aprovecharlos.

[3] ^Israel figura en sexto lugar en el ranking de protección al inversor (World Economic Forum Competitiveness Report 2014)