El proyecto de DosJotas comisariado por Susi Blas, «Cuarto SEMI amueblado», no dejó indiferente a nadie y aún menos a los ocho miembros de El Cuarto de Invitados (proyecto del que ya hablamos en este artículo), el espacio que albergó la propuesta desde el 27 de febrero hasta el 27 de abril del 2016. Tanto es así que, una vez terminado el proyecto, hemos preparado una serie de reflexiones fruto de las múltiples y ricas lecturas que ofrecía el dispositivo del artista madrileño. (Susi habla aquí como comisaria y Antonio como integrante de ECI).

Se pusieron anuncios en la calle y en webs inmobiliarias para alquilar el salón de nuestra casa de 22m2 a 2.200 €

Para «Cuarto SEMI amueblado» DosJotas recurrió a una acción múltiple que supo cómo armonizar la constante dicotomía arte/vida. En un primer momento se pusieron anuncios en la calle y en distintas webs inmobiliarias para alquilar El Cuarto de Invitados, el salón de nuestra casa de 22m2, a un precio desorbitado de 2.200 €, «haciendo hincapié en el cambio y subida de precios que se está dando en el barrio de Lavapiés», explicaba Susi en la nota de prensa. A su vez, en las redes sociales se colgó un vídeo promocional del alquiler con una estética y una edición que imitaba aquellos anuncios que cuelgan las empresas inmobiliarias reales.

Por último, en el interior de la habitación se situaron dos literas dobles, muy sucias, que hacían referencia a las «camas calientes», un ejemplo de precariedad habitacional que, en silencio y en la sombra, se muestra como algo tan cotidiano como oculto aquí en Lavapiés.

Todas las acciones de promoción en anuncios web y acción urbana comenzaron una semana antes de abrir el espacio al público, generando una expectación extraña al tratarse tan solo de un simple inmueble en alquiler. Los interesados, a través de las páginas inmobiliarias, escribían para pedir información y pedían cita para ver el espacio. Pero tras las frías respuestas de DosJotas recalcando las injustas condiciones —no tenían derecho a cocina ni a baño y las literas no se podían mover— casi todos desestimaron la posibilidad venir a verlo[1].

Al final, toda la expectativa habitacional real de aquellos que buscaban cobijo era, tan solo, una obra de arte contemporáneo que se abría sobre una promesa rota. Parece que en el «Cuarto SEMI amueblado» el arte y la vida finalmente se identificaron como la misma empresa. Aunque tras el rocambolesco artificio publicitario no se consiguió juntar a los espectadores del arte contemporáneo con los posibles arrendatarios.

Integrantes de El Cuarto de Invitados en la inauguración de Dos Jotas y Susi Blas. Foto: ECI.

Integrantes de El Cuarto de Invitados en la inauguración de Dos Jotas y Susi Blas. Foto: ECI.

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Antonio Gómez: Aquella primera reunión que tuvimos para saber qué habíais pensado hacer en ECI fue el momento en el que nos dijisteis que ibais a alquilar el salón de nuestra casa. Todos comenzábamos a elucubrar el proyecto, sus límites formales, a abrir conjeturas, valorar posibilidades y articulaciones entre la obra y la singular naturaleza del espacio como formato expositivo. De esta manera nos dimos cuenta de que con «Cuarto SEMI amueblado» las particularidades del espacio eran aprovechadas al máximo[2].

¿Recuerdas, Susi, aquella primera cita, casi un mes antes de inaugurar, para poner a punto el proyecto? Desde un principio hemos pretendido alejarnos de las lógicas de la galería y del hueso de la institución, creo que son este tipo de cercanías las que anuncian unas relaciones distintas donde el trabajo se desarrolla de manera horizontal. ¿Cómo ha sido tu experiencia en el comisariado de «Cuarto SEMI amueblado»? ¿Crees que esta horizontalidad en la producción enriquece también a la obra?

«Dos Jotas y yo renunciábamos a la idea de rellenar un contenedor, de “colgar lo que fuera” en esas paredes, e hicimos del cuarto mismo la pieza» (S. Blas)

Susi Blas: Cuando recibí el testigo comisarial y analicé las características de vuestro espacio y el modo en que lo gestionabais (con esa «horizontalidad» tan poco habitual incluso en otros entornos colaborativos) decidí «trabajar a favor» de esas características: un espacio doméstico, carente de reglas fijas, sin un organigrama jerárquico en sus modos de operar y que en su punto de partida se arriesgaba a sumergirse en «la cadena de resurrecciones» que generarían los agentes elegidos no por vosotros, sino por los eslabones de esa red de comisarios[3].

La elección de DosJotas partió del análisis de las oportunidades que este contexto me brindaba. Iba a trabajar desde un ámbito conocido («mi barrio», del que conozco problemáticas y en el que tengo muchas huellas emocionales), con un artista que también ha investigado y sentido estas calles en diversos proyectos de arte urbano. Me emocionaba pensar que las tres partes (artista, comisaria y organizadores) fuéramos vecinos del contexto. Para mí, este hecho añadía un enorme valor a la propuesta. De este modo, renunciábamos a la idea de rellenar un contenedor, de «colgar lo que fuera» en esas paredes e hicimos del cuarto mismo la pieza: un pedazo de vida, de contradicciones, de emociones. El cuarto como motor de pensamiento, porque quizá hablando de ese cuarto y de las posibilidades de habitarlo era el mejor modo de hablar del barrio entero y de la ocupación que de él hacen cada día nuestros cuerpos.

«Creo firmemente que esta obra no podría haberse realizado en ninguna institución ni en ningún espacio privado convencional» (S. Blas)

Recuerdo el día en que DosJotas y yo os presentamos la idea como un momento de tensa emoción porque sabíamos que aceptar el reto os supondría riesgos e incomodidades cotidianas. Os suponía «vivir dentro de la obra» de algún modo y asumir inconvenientes como las continuas llamadas y visitas de los posibles alquiladores e incluso aceptar la posibilidad de que la habitación fuera ocupada por un extraño en cualquier momento.

Creo firmemente que esta obra no podría haberse realizado en ninguna institución ni en ningún espacio privado convencional, entre otras razones porque exige alquilar el espacio de un modo real y en el contexto de mercado inmobiliario real. Esta exigencia obviamente reduce/invalida las posibilidades de ejecutarse en un museo, sala de arte o galería, donde sería una mascarada. La crudeza y la autenticidad con las que la pieza se inscribe en la realidad, la dota de un enorme valor y la convierte en una verdadera pieza relacional por su sincera inserción en la vida y en sus problemáticas económicas y sociales. En este caso, el respaldo de una institución con el poder de sus departamentos curatoriales, de coordinación y de comunicación debilitaría la pieza, domesticándola para una minoría.

 

A.G: Efectivamente. Convivir con la obra suponía una unión un tanto perversa de arte/vida, añadiendo cierta incertidumbre por la posibilidad de que realmente fuera alquilado, algo que se mantuvo latente durante los dos meses que duró el proyecto.

Por otro lado, los márgenes entre artistas, comisarios y gestores culturales quedaron trenzados de una manera muy natural; hasta casi replantearnos los roles que tenía cada uno. Este factor, de suma importancia y que se ha repetido en todos los comisariados que han entrado en ECI, se da al concebir todo el proyecto como algo común que nos vincula a todos y todas por igual, sin propietario definido.

«Mi principal función fue la de mantener la calma en la incertidumbre y señalar grietas por las que colarnos, poco más» (S. Blas)

S.B: Fue un reto explorar si era posible concebir proyectos y trabajarlos en común, desde dinámicas de equipos de trabajo distintas, por ejemplo repartiendo tareas según las preferencias o capacidades o intercambiando los roles en determinados momentos.

Desde hace unos años la experiencia de comisariar está adquiriendo para mí un carácter muy distinto al canónico. Sin eludir mis responsabilidades cuando se me encomienda un comisariado, trato de rehuir la idea de decir cómo hay que hacer las cosas y de «enseñar a los demás lo que está bien o es apropiado» antes de hablar y de decidir con el resto de agentes. Y en este caso, siendo de distintas generaciones, lo que no me hubiera agradado es aparecer como alguien que conoce cómo se hacen las cosas en el sistema y viene a «educaros». Mi intención era facilitar encuentros y sincronizar afectos, ya que las condiciones eran idóneas para ello, y estoy orgullosa de haber conseguido muchas de esas pretensiones colaborativas inventándonos nuevos hábitos entre todos.

Y en la relación artista-comisaria este trabajo fluido también se generó desde el primer momento. A los dos nos resulta sencillo aportar y descartar ideas de forma colectiva por el bien del proyecto. Viéndolo con retrospectiva considero que mi principal función fue la de mantener la calma en la incertidumbre y señalar grietas por las que colarnos, poco más.

DosJotas instalando los pantallazos de las webs inmobiliarias con el anuncio de «Cuarto SEMI amueblado». Foto: ECI.

DosJotas instalando los pantallazos de las webs inmobiliarias con el anuncio de «Cuarto SEMI amueblado». Foto: ECI.

«También se desveló el fuerte contraste entre las clases sociales interesadas en el arte contemporáneo y las personas que llamaban pidiendo información por el inmueble» (A. Gómez)

A.G: Por otro lado, la gentrificación fue un tema que Dos Jotas ya trabajó en Espacio Trapézio. En nuestro caso, el enclave en el barrio de Lavapiés ofrecía una oportunidad de oro para seguir subrayando el desmantelamiento de aquellas formas de vida, digamos de manera brusca, más autóctonas. ¿Cómo ha sido traer el  mismo objeto de estudio que se desarrolló previamente en Especio Trapezio a un lugar tan distinto como es ECI?

 

S.B: DosJotas asumió el reto con madurez y me presentó dos posibilidades que terminamos fusionando. La primera abordaba la creciente gentrificación de Lavapiés y las consecuencias que genera: el encarecimiento del alquiler y de los servicios básicos, los cambios/expulsión de población y la aparición de nuevas formas de ocio para la población pudiente entrante. Y la segunda se adentraba en la persistente existencia de camas calientes para que los emigrantes descansen por turnos y lo que este fenómeno significa.

En definitiva, el proyecto hablaba de la convivencia secreta pero asumida de dos universos: el de los nuevos vecinos hipsters deseosos de explorar un barrio lleno de coloridas ofertas de ocio y el de los «inmigrantes ilegales» que deambulan por las calles ocultando su identidad hasta la ansiada hora de su turno de descanso.

El alquiler del cuarto que, sin derecho a baño ni cocina, se ponía en alquiler a un precio desorbitado sin pudor, presentaba todas las contradicciones de ese choque de universos con el que convivimos los vecinos del barrio que de un modo u otro pertenecemos a ambos como integrantes y como observadores. La elevación del precio del alquiler permitía, además, en el momento en el que la pieza era en sí misma «un obra de arte», analizar los precios de las obras de arte, e introducir una nueva comparativa: la que hermanaba el mundo del arte y el del mercado inmobiliario, y los discursos que sustentan a ambos y las ideologías y narrativas que acarrean.

«El precio de alquiler que en el “mundo real” parecía un abuso, se convertía en «una obra barata» en el contexto de ARCO» (S. Blas)

A.G: Para mí, la idea de que una obra de arte pudiera ser un servicio pragmático habitacional, para aquellos que realmente buscan cobijo, dio situaciones un tanto kafkianas. Podemos decir que, con «Cuarto SEMI amueblado»  también se desveló —sobre todo en la inauguración— el fuerte contraste entre las clases sociales interesadas en el arte contemporáneo y las personas que llamaban desde la plaza Nelson Mandela pidiendo información por el inmueble.

 

S.B: Y a ello habría que sumar las decisiones estratégicas, que tomamos colectivamente, como «inaugurar el proyecto» durante la semana de ARCO que generaron grotescas situaciones: por ejemplo, comprobar cómo el precio de alquiler que en el «mundo real» parecía un abuso, se convertía en «una obra barata» en el contexto del arte contemporáneo.

Vídeo promocional, folletos publicitarios y literas de «Cuarto SEMI amueblado». Foto: ECI.

Vídeo promocional, folletos publicitarios y literas de «Cuarto SEMI amueblado». Foto: ECI.

«Tanto en la soledad y quietud de la sala de exposiciones como en las calles y en las plazas nuestro cuerpo deja que sea afectado y logra estremecerse» (A. Gómez)

A.G: También fue muy grotesco ver cómo los mismos sujetos afectados por una precariedad habitacional se sentaban en la plaza Nelson Mandela esperando su turno para dormir, mientras tanto, los que se acercaron a la obra podían observarlos desde el balcón del cuarto. Me parece que esa posición intencionalmente distanciada del proyecto no hacía otra cosa más que acentuar aquella dicotomía del ellos/nosotros. Una manera de definir los recortes de los espacios que indagaba en las maneras de estar juntos o separados. Me ha parecido siempre una visión muy paternalista aquella donde se sostiene que la transformación social solo podría cumplirse de manera mediata a través de los intelectuales concebidos como sujetos dialécticos que interactúan con la clase, la masa o, en este caso, con la inmigración. Esta era la tesis que mantuvo Theodor W. Adorno, que de alguna manera se pone sobre la mesa al evidenciar con cierto desparpajo ese choque de realidades o mundos.

Me interesan personalmente las posibilidades que mantienen siempre los formatos expositivos a la hora de fomentar un pensamiento crítico desde aquella esfera escindida de la vida que supone el cubo blanco, frente a la potencia de aquellas prácticas más activistas que se desencadenan como maquinarias revolucionarias cercanas al estallido social. Parecen formatos antagónicos, aunque es cierto que tanto en la soledad y quietud de la sala de exposiciones como en las calles y en las plazas nuestro cuerpo deja que sea afectado y logra estremecerse.

Me pregunto si en ningún momento se pensó hacer algo directamente con los emigrantes, acercarlos a la propuesta artística de alguna manera. Juntar ambos mundos.

Asistentes a la inauguración de la obra de DosJotas. Foto: ECI.

Asistentes a la inauguración de la obra de DosJotas. Foto: ECI.

«La obra exponía las contradicciones que todas las partes (artista, organizadores y comisaria) estábamos teniendo durante su puesta en marcha» (S. Blas)

S.B: Todas las posibilidades fueron estudiadas, pero fue clave no forzar ni «guionizar» el proyecto, incluyendo, por ejemplo, de un modo anecdótico o testimonial a los emigrantes del barrio que duermen en las camas calientes.

Éramos muy conscientes de que no estábamos hablando para ellos y de que organizar unas jornadas con los emigrantes sería una pantomima. Porque la obra se adentraba también en las contradicciones que conlleva «fabricar cultura», buscaba auto-analizarnos. Sabíamos que el discurso se desenvolvía en una esfera muy minoritaria y que trabajar con los colectivos aludidos hubiera implicado un trabajo más profundo, de escucha de los colectivos y no limitarlo a una actividad complementaria «de cara a la galería», nunca mejor dicho.

Esa sinceridad a la hora de afrontar el proyecto fue clave. A DosJotas y a mí nos gustó estar en sintonía con vosotros ya que permitisteis que la obra tuviera una vida propia sin aderezos. En su crudeza y sin pertenecernos a ninguno, ella misma se erigía en protagonista, y exponía las contradicciones que todas las partes (artista, organizadores y comisaria) estábamos teniendo durante su puesta en marcha, pues antes que nada revelaba el lugar de privilegio desde el que hablábamos, aunque lucháramos por no adoctrinar.

«Existe un devenir nómada en estos modos de exponer el arte contemporáneo alternativas al mercado y a la institución» (A. Gómez)

A.G: Así es, desde un principio el acto artístico consistía en generar un espacio donde se pudieran dar nuevas relaciones y que abrieran la posibilidad de una investigación más amplia, —tanto del propio proyecto como del propio espacio—. Esto dio la posibilidad de que ocurrieran cosas impredecibles que no pudimos frenar[4]. Parece que desde un primer momento todo el dispositivo ha devenido expresivo en sí mismo.

Siempre que he explicado qué era ECI, yo personalmente he insistido en la acepción que le diera Felix Guattari al concepto de máquina; como un elemento móvil y mutable que tiene conciencia de finitud, precariedad, destrucción y muerte, en clara oposición a lo que generalmente entendemos como estructura; asociada al sentimiento de eternidad e inmutabilidad. Existe un devenir nómada en estos modos de exponer el arte contemporáneo alternativas al mercado y a la institución. Esto es algo que sin duda se ha potenciado con la propuesta de DosJotas.

«Me parecía absurdo escribir sobre una obra que aún desconocía, de la que como mucho teníamos un título, un arranque y las reglas de un juego del que desconocíamos tanto a los jugadores como las partidas» (S. Blas)

S.B: Algo que me gustó del desarrollo del proyecto es que se planteó como «una situación abierta», como «un contexto» que no estaba cerrado y en el que podían ocurrir cosas impredecibles y que aún partiendo de unas premisas muy claras y de un posicionamiento político no se juzgaba ni lo expuesto ni lo que podía acontecer. Solo se esperaba pacientemente a ver qué podía crecer allí, fruto de un encuentro de cuerpos y afectos múltiples.

Obviamente todos teníamos expectativas y opiniones al respecto, y mucha curiosidad: ver si el cuarto se alquilaba, ver cómo se valoraba desde el mundo real y desde el mundo del arte, ver si afectaba a los ocupantes de la plaza, comprobar si tenía más vida en la virtualidad o en las calles a través de la cartelería física. Estábamos abiertos a recibir lo que ocurriera tan solo generando un marco de acotado en el que la incertidumbre se leía en positivo. Esta es la razón por la que también renuncié a tener un ensayo escrito para la inauguración. Me parecía absurdo escribir sobre una obra que aún desconocía, de la que como mucho teníamos un título, un arranque y las reglas de un juego del que desconocíamos tanto a los jugadores como las partidas.

 

A.G: Brian Holmes dice algo muy parecido cuando entiende este tipo de prácticas como «una nueva definición de arte como laboratorio móvil y teatro experimental para investigar e instigar el cambio social y cultural». Tiene mucho que ver con la propia dinámica comisarial que se ideó en ECI, ya que esta mantiene latente un devenir impredecible en los proyectos, comisarios y artistas que vienen a trabajar con nosotros. Por otra parte, el propio proyecto de DosJotas abría posibilidades que se movían, de la misma manera, en la absoluta contingencia.

Dia de inauguración y presentación de «Cuarto SEMI amueblado» por Susi Blas, DosJotas y miembros de ECI.

Dia de inauguración de «Cuarto SEMI amueblado» por Susi Blas, DosJotas y miembros de ECI.

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Tanto DosJotas como Caicedo tienen como objeto de estudio las singularidades del ámbito local más cercano al propio espacio expositivo

Para terminar solo quería informar de que el próximo día 10 de septiembre, y hasta el 23 de octubre, inauguraremos el cuarto proyecto comisariado en ECI. Javier Díaz Guardiola pasó el testigo comisarial a Semíramis González que ha elegido a la joven artista Carol Caicedo y estudio fotográfico «Cabestro», una parte de un proyecto más amplio llamado «Mandela». Es importante resaltar aquí que tanto DosJotas como Caicedo tienen como objeto de estudio las singularidades del ámbito local más cercano al propio espacio expositivo. Si la gentrificación ocupaba todo el barrio de Lavapiés, el proyecto fotográfico de «Cabestro» incide directamente en lo que acontece y lo que no en la propia plaza Nelson Mandela. La misma plaza adoquinada que se ve por los grandes balcones del cuarto.

No podía haber sido una elección más acertada la de Semíramis y Caicedo, al traer un trabajo de formato expositivo que, a tiro de piedra, se expande a la vida de la plaza desde el propio balcón. Ya intuimos cómo se sucederá todo este juego de espejos, de presentaciones y representaciones, ficciones y realidades separadas por un velo muy fino, donde el objeto de estudio queda tan cerca, pero a la vez tan lejos.

 

[1] ^ Los que accedieron a conocer el inmueble no entendieron muy bien qué es realmente lo que estábamos alquilando. Finalmente se les explicaba que estaban dentro de una iniciativa artística y se iban un tanto confusos.

[2] ^ Desde un primer momento hemos considerado ECI como un proceso experimental donde lo público/privado, espectador/invitado nos empujaba a redefinir formas alternativas de entender el espacio expositivo convencional y, a su vez, pensar en nuevas formas de exponer y trabajar alrededor del arte que no pasen por un beneficio económico, sino que se centren en primera instancia en un beneficio cultural. (Todo esto sin grandes pretensiones. ¡No olvidemos que estamos en el salón de nuestra casa!).

[3] ^ La cadena sucesoria de El Cuarto de Invitados invita a que los comisarios se vayan pasando el testigo, eligiéndose unos a otros y abriendo así el círculo de personas que participan en ECI.

[4] ^ Como las múltiples llamadas al telefonillo del portal de los interesados en el inmueble, que al no saber la dirección exacta, llamaban a todo el bloque preguntando por el anuncio, esto nos generó tensiones con el vecindario por lo que nos vimos obligados a quitar el cartel «Se alquila» del balcón.