Ya llevamos ocho años de crisis, ocho generaciones de jóvenes que se encontraron con un mercado laboral que dejaba mucho que desear. Parece que al fin las cosas mejoran, o al menos no empeoran. Pero no nos engañemos, la crisis ha hecho mella y algunas de sus consecuencias pueden ser irreversibles.

Entre las pérdidas de estos ocho años, quizá una de las peores haya sido la pérdida de nuestros maestros. Todos recordamos con agradecimiento a aquellas personas que nos encontramos en nuestro camino y que nos enseñaron esas cosas que no se aprenden en un libro. No estoy hablando únicamente de profesores en sentido estricto. También hablo de jefes, supervisores y compañeros de trabajo que aceptan como misión formar a las jóvenes generaciones. Porque, a pesar de los grandes avances en la educación online, hay cosas que solo se aprenden con el trato directo.

Desafortunadamente, España ha perdido a muchas personas que, desde la universidad o la empresa, dedicaron tiempo y esfuerzo a invertir en el capital humano de nuestros jóvenes. Estos maestros informales realizaban una labor fundamental sin el reconocimiento ni el apoyo que se merecían. Dado que la situación económica en España iba de mal en peor, se vieron obligados a salir al extranjero. Ahora corremos el peligro de perder esa sabiduría institucional que se pasa de generación en generación, lo cual sería una pérdida irreparable.

Si miramos al crecimiento en número de emigrantes desde 2007 (figura 1), los grupos de edad que han experimentado el mayor crecimiento son los trabajadores de entre 35 y 54 años. En 2013, el número de emigrantes de esta edad fue casi dos veces y media el número de emigrantes en 2007. Resulta interesante el hecho de que el número de emigrantes entre la población de entre 20 y 24 años experimentó el menor aumento (alrededor de un 50 %).

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Esto es muy revelador porque son precisamente los trabajadores de entre 35 y 54 años los que tiene un trato más directo con los jóvenes que entran por primera vez en una empresa y, a menudo, son los encargados de formarlos. El hecho de que estén emigrando puede implicar un problema para los jóvenes recién licenciados.

Por otro lado, los trabajadores en este grupo de edad se encuentran en un punto crítico de su carrera lo que les hace mas vulnerables frente a la falta de oportunidades laborales. Sin embargo, si miramos el desempleo por grupos de edad (figura 2), las personas de entre 35 y 54 tienen tasas de desempleo menores que otros grupos de edad, por lo que es más probable que aquellos que salen de España dejen atrás un trabajo en el que aportaban mucho.

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En estos ocho años de recesión, miles de españoles hicimos las maletas y nos marchamos. Algunos para aprender, otros para avanzar en nuestra profesión, otros muchos en busca del trabajo que faltaba en nuestro país. Nadie sabe cuántos ni cuándo regresarán. Estas emigraciones han preocupado a muchos pero muy poco se ha hecho para frenarlas. ¿Deberíamos intervenir o son las migraciones al fin y al cabo beneficiosas?

Los economistas empleamos un sencillo criterio que nos sugiere en qué situaciones el Gobierno debería intervenir para mejorar las cosas. Este criterio consiste en preguntarse si nos encontramos frente a lo que llamamos externalidades. Existe una externalidad cuando la interacción entre dos partes tiene efectos, positivos o negativos, en terceras personas ajenas a dicha interacción. Cuando estos efectos son extraordinariamente grandes, la intervención, a nuestro criterio,  resulta beneficiosa.

La concentración geográfica de trabajadores genera un tipo de externalidades conocidas como economías de aglomeración, y una de sus fuentes más importantes es el intercambio de ideas. Cuando un trabajador se rodea de trabajadores muy productivos puede aprender de ellos y su productividad mejora.

Los economistas urbanos han estudiado estos efectos desde que Alfred Marshall los señalara en 1890. Recientemente, gracias al acceso a microdatos (es decir, datos en el ámbito de la persona) se ha producido un aumento de los estudios que apuntan a la gran importancia de las externalidades de aglomeración para la productividad y el crecimiento económico. Un ejemplo de ello es el trabajo de Jorge de la Roca y Diego Puga (Learning by working in big cities) en el que presentan evidencias de la importancia de las economías de aglomeración en España.

La estabilidad y localización laboral se encuentran entre los aspectos con mayor nivel de satisfacción

Los resultados de estos estudios sugieren que el Gobierno debe impulsar programas para retener a estos maestros informales y así generar economías de aglomeración que atraigan a trabajadores más cualificados y productivos. El diseño de políticas para alcanzar este objetivo requiere que entendamos los incentivos a los que se enfrentan estos trabajadores.  

El Instituto Nacional de Estadística realizó en 2006 y 2009 la encuesta sobre recursos humanos en ciencia y tecnología. Por un lado, el número de doctores que tenían previsto irse fuera de España pasó del 7 % al 13 % en solo tres años. Por otro, el principal motivo aludido para tomar esa decisión fue por factores académicos (con un incremento de  un 20 % entre 2006 y 2009, figura 3). Dentro de los factores académicos se incluye la posibilidad de realizar publicaciones y el desarrollo o continuidad de la tesis doctoral.

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En la misma encuesta, también preguntan a doctores en España su nivel de satisfacción con respecto a diferentes aspectos de su situación laboral (figura 4). La estabilidad y localización laboral se encuentran entre los aspectos con mayor nivel de satisfacción, mientras que los aspectos con mayor nivel de insatisfacción son el salario y el grado de independencia.

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Dado que el salario es el elemento de menor satisfacción, resulta importante preguntarse cómo es el nivel de salarios en España respecto a otros países (figura 5). En España, el salario medio anual de los investigadores se sitúa por encima del de Portugal, Grecia e Italia, pero no alcanza al de nuestros vecinos más ricos: Francia, Alemania, Reino Unido. Además, el salario de los investigadores en la empresa privada es algo más alto que en el Gobierno y que en universidades, si bien no hay grandes diferencias. Estos datos indican que el nivel salarial es bajo pero no demasiado preocupante.

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Los beneficios de políticas de atracción de talento son numerosos y potencialmente muy elevados, pero ¿cuáles son los costes? Hay dos lecciones cruciales para diseñar políticas que sean a la vez efectivas y económicamente eficientes. La primera es que estas políticas deben estar dirigidas a atraer a un número pequeño de trabajadores clave que, a su vez, atraigan trabajadores que quieran aprender de los mejores. La segunda lección es que el salario es solo uno de los factores de insatisfacción ya que hay otros muchos que no debemos olvidar.

Si queremos crecer, vamos a necesitar a nuestros mejores maestros y trabajadores

Analizar las políticas de atracción de talento va mucho más allá del objetivo de este artículo, sin embargo, sin ánimo de ser exhaustiva, me limito a enumerar algunas. Entras las medidas expuestas por Morales, Melchor y Oliver se encuentran la de tener un compromiso presupuestario que incremente el joven sistema de I+D+i español y promover un dinamismo en las instituciones que facilite la contratación de talentos y su posterior consolidación. Además, plantean la promoción del investigador posdoctoral como figura importante a la hora de ampliar y diversificar las líneas de investigación. Según los autores, «la combinación de la atracción de jóvenes cerebros altamente preparados y una mayor oferta de consolidación, ayudarían enormemente en el establecimiento de un plan científico a largo plazo para situar a España en el top 3 de los países científicos europeos y en el top 10 mundial».

Por ello, sería conveniente seleccionar los departamentos universitarios y centros de investigación públicos o privados más punteros en España y proveerles con suficientes fondos para crear focos internacionales de atracción de talento que generen economías de aglomeración. Mediante la contratación de investigadores líderes en su campo pero también mediante la organización de seminarios y conferencias que den la oportunidad a los investigadores en España de mejorar sus relaciones de investigación. Asimismo, es imprescindible asegurarse de que estos centros cuentan con un mayor grado de independencia y suficiente flexibilidad para ofrecer mejor conciliación laboral y oportunidades de promocionar.

Si queremos crecer, crear empleo y recuperarnos de estos duros años, vamos a necesitar a nuestros mejores maestros y trabajadores para que nos enseñen y esparzan su experiencia y conocimientos. Traigámoslos de vuelta, ofreciéndoles lo que podemos y  se merecen: la oportunidad de desarrollar su máximo potencial.