La promesa de «leche y miel» de EH Bildu, que convenció a los votantes guipuzcoanos en las anteriores municipales, parece no ser suficiente para conservar el poder. Según el último Euskobarometro, Podemos se convertiría en la segunda fuerza política, solo por detrás del PNV, arrebatando a Bildu la alcaldía de San Sebastián y la Diputación de Guipúzcoa.

La llegada de Euskal Herria Bildu al poder en Guipúzcoa en 2011, tras un largo litigio por su legalización, generó un arduo debate en la sociedad española. Cualquier atisbo de relación con Batasuna (brazo político de ETA), o de laxitud frente a las acciones del grupo terrorista, eran imposibles de perdonar para una sociedad que ha vivido 50 años de atentados terroristas. Para muchos vascos, parecía ser el inicio de un nuevo capítulo, alejado de los grandes partidos nacionales y el PNV. Sin embargo, a juzgar por la prensa vasca y navarra, esta legislatura ha estado cargada de controversia. Y esta, unida a los continuos conflictos con el PNV por el control y la gestión, habría actuado sobre el gobierno de Bildu como la piedra de un molino, desgastando la imagen del partido frente a sus electores. Aunque, sin la irrupción de Podemos en la ecuación política guipuzcoana, puede que Bildu no hubiera visto su intención de voto tan dañada; pues EH Bildu se presentaba como única alternativa a los partidos tradicionales, con un corte claramente nacionalista y progresista.

Puede que los problemas surgidos durante su legislatura sean debidos a su juventud e inexperiencia como partido, o puede que hasta la formación más veterana hubiera afrontado los mismos desafíos. Quizá la diferencia esté en qué hoja de ruta se elige para salir de los escollos políticos. O no. Lo único que parece claro es que los votantes guipuzcoanos, en especial los de EH Bildu, nacionalistas e incluso separatistas, podrían optar por un partido estatal, si bien progresista. Que el fenómeno de Podemos se repita por toda España, y en especial en feudos nacionalistas parece poner en común a ciudadanos de todo el territorio. El malestar social que genera una gestión, a ojos del ciudadano, ineficiente puede arrebatar el poder a cualquier partido, sin importar su ideología o cuánto haya sido esperado. Y basta ojear la prensa vasca para descubrir varios focos de descontento.

El cambio de la gestión de residuos, una de las apuestas más fuertes de Bildu, ha sido uno de los focos de descontento

Una de las apuestas más fuertes de Bildu, el cambio en la gestión de residuos, ha sido uno de ellos. Y no sólo de conflicto político, sino social. Cuando se procedió a la votación del nuevo sistema de recogida de basuras «puerta a puerta» en Legazpi, más del 50 % del censo rechazó su implantación (“La gestión de la basura, ‘pesadilla’ de Bildu en Gipuzkoa”, Mercedes Zabaleta, el Diario Vasco). No obstante, el proyecto siguió adelante, incluso con la oposición del consistorio (también de Bildu). Además, la Diputación se comprometió a cerrar tres vertederos próximos a zonas habitadas, derivando los residuos a una nueva planta de tratamiento mecánico-biológico (TMB) en Zubieta. EH Bildu culpa a la mala gestión de los residuos del anterior gobierno, del PNV, y éste (junto con PP y PSOE) a una pésima gestión del actual. Sea como fuere, los guipuzcoanos deberán esperar a 2016 para ver cómo se inicia la construcción de la planta.

EH Bildu, ha tenido que encarar otros frentes abiertos, como la gestión de las autopistas y el estado de las playas. Dadas las diferencias de coste para los ciudadanos guipuzcoanos, que según la zona rondan los 90 euros anuales, Bildu propuso ofrecer un servicio de autopistas gratuito. Sin embargo, tras conocerse la deuda «heredada» de 900 millones de euros, el Gobierno de Bildu tuvo que retractarse y buscar alternativas, como una tarifa plana de 25 euros, o un canon estival de 50 céntimos en la AP-8. Su gestión en este ámbito también ha sido criticada, especialmente por el PNV, a quien Bildu acusó de utilizar datos de tráfico falsos para impedir la tarifa plana. En medio de estos conflictos políticos, se conoció la desviación de fondos públicos para la construcción de la autopista AP-1 por parte de la empresa concesionaria Bidegi. A pesar de que la malversación de fondos públicos se produjo una semana antes de la toma de posesión de Bildu, los hechos podrían haber acrecentado el malestar de la ciudadanía.

La baza nacionalista no parece ya ser suficiente para mantener la fidelidad de los votantes

Es posible que la estrategia de confrontación entre Bildu y el PNV, sin contar con otros posibles actores políticos, tenga parte de la «culpa» de la irrupción de Podemos. Los partidos nacionalistas no han hecho campaña frente a Podemos, pues al no ser un partido vasco, no debía ser considerado una amenaza, presuponiendo que, según auguraban otras encuestas, sólo arañaría votos a PP y PSOE. Sin embargo, la baza nacionalista no parece ya ser suficiente para mantener la fidelidad de los votantes. Los desencantados con la mala gestión de Bildu, de izquierdas, no van a votar al PNV, tradicionalmente posicionado a la derecha y, además, demasiado ligado a los grandes partidos nacionales en el imaginario vasco.

Es arriesgado predecir si los resultados del Euskobarometro se cumplirán en mayo. Pero si así fuera, todo apunta a un gobierno de coalición. Es poco probable que el PNV se alíe con Podemos, pero Bildu no descarta ser su pareja de baile. Tampoco lo hacen otros partidos minoritarios, como Ezker Anitza y Equo, que ven en Podemos su oportunidad de llegar a los grandes municipios vascos. La fuerte presencia que tendrá Podemos en las próximas elecciones vascas, parece clara. Lo que no está tan claro es si, al contrario que Bildu, logrará mantener el apoyo de los electores vascos, que parecen más preocupados por la gestión que por «la leche y la miel».