Seguramente fui yo quien te conformó en mi mente
Sylvia Plath

Te puedo hablar de la fábula del cangrejo y el tenedor,
de cómo superar una pérdida en cinco pasos,
del pulpo enfermo de amor porque tenía tres corazones,
de las recetas médicas acumuladas en mi mesilla de noche
o de cómo dios montó este chiringuito y se largó.

Mi cordón umbilical flota en el vacío.
Qué me queda más que intentar agarrar los recuerdos,
que intentar no deformarlos en mi mente,
mantener entre mis dedos el lóbulo de tu oreja,
como cuando repartía pecas por tu pómulo
y te exprimía con las manos los gajos de las naranjas.
De convencerme que los que se fueron mejor que se fuesen,
Porque se marcharon cansados y solo quieren olvidar.

Por cierto, dicen que Europa es una luna muy fría.