«Con la velocidad, el rasgo más definidor de nuestra época es la inestabilidad, o si se prefiere, el nomadismo. Nadie sabe vivir hoy sin moverse, sin cambiar de horizontes»

Miguel Delibes, Por esos Mundos

En el siglo XVI, Juan Huarte de San Juan escribía: «ha de salir el muchacho de casa de su padre, porque el regalo de la madre, de los hermanos, parientes y amigos que no son de su profesión es grande estorbo para aprender». No sé si tanto como estorbo (el refranero español nos advierte de que «quien bestia va a Roma, bestia retorna») pero los beneficios que aportan una mayor movilidad, la internacionalización y menores fronteras educativas son, hoy en día, prácticamente incuestionables.

En 2012, al menos cuatro millones de estudiantes hicieron las maletas y se fueron a estudiar fuera de casa. Hace dos años, esta cifra rondaba los dos millones. España se sitúa en el puesto número 145 de 174 en la clasificación de tasas de movilidad hacia el extranjero. ¿Quiere decir esto que fracasamos a la hora de compatibilizar nuestra fama de fiesta y siesta con un título académico de calidad?

Si miramos el ranking internacional más reciente, solo tres universidades españolas (la Universidad de Barcelona, la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad Autónoma de Barcelona, en los puestos 166, 186 y 190, respectivamente) fueron capaces de clasificarse entre las 200 mejores universidades del mundo. Por los pelos.

Álvaro Escribano, catedrático y director de la Carlos III International School (C3IS), nos da su visión sobre la situación de las universidades en España y sobre la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M) y nos habla del papel que juegan las universidades a la hora de atraer y retener alto capital humano.

 

¿Qué tiene la universidad española para ofrecer a los extranjeros?

Aparte de ser un país muy atractivo, diverso culturalmente y con una calidad de vida alta, tenemos buenas universidades. Sin embargo, desde el sector público, no se dan a conocer los rankings internacionales ni las áreas en las que somos buenos —que no son todas pero sí son muchas—. Darnos a conocer en los rankings por áreas de especialización permitiría atraer buenos estudiantes internacionales a esas áreas.

Además, creo que el mayor atractivo es el bilingüismo español-inglés, dos de los idiomas más hablados en el mundo. Por ejemplo, en la UC3M tenemos 17 titulaciones de grado en inglés o bilingües. A largo plazo, ser fuerte en estos dos idiomas y estar en una universidad que internacionalmente está reconocida es un activo que da una ventaja competitiva importante de cara al mercado laboral global.

 

Voy a donde duele. ¿Por qué no estamos en los rankings?

Porque en general las universidades más grandes y con más historia en España no son las más fuertes en investigación —uno de los seis indicadores que se utilizan a la hora de categorizar las universidades—. Las universidades más fuertes en investigación son las jóvenes universidades públicas. Y salvo rara excepción, las universidades privadas no son fuertes en investigación pero lo son atrayendo estudiantes internacionales —otro de los indicadores empleados—.

Por ejemplo, si miramos el ranking QSWRU de 2012, muy utilizado internacionalmente y que permite hacer la clasificación por edad de la universidad, la Carlos III y la Pompeu Fabra estaban en el top 10 de las universidades con 25 años o menos. Este dato es importante porque alrededor del 70 % de las universidades del mundo son jóvenes, con lo cual estamos comparando un número significativo de universidades. Hay que dar a conocer y fomentar la competitividad de estas universidades públicas jóvenes, internacionales y dinámicas, ya que serán el motor de todo el sistema universitario español.

 

Una de las críticas que se suele hacer a la universidad española es que está parcialmente desligada del mercado laboral. ¿Demandan las empresas españolas algo distinto a las empresas internacionales?

Las empresas demandan, sobre todo, alumnos bien preparados con una mente muy amplia, que no estén necesariamente muy formados en un área concreta, sino que tengan la capacidad de adaptarse a un entorno cambiante. En esto no hay diferencia entre las empresas españolas y las de otros países. Tenemos que formar estudiantes emprendedores, con una visión amplia y a los que no les importe viajar, ya que, hoy en día, las empresas que están sobreviviendo y aguantando mejor las crisis son las que actúan globalmente.

La movilidad en España, no solo la social sino la física, es muy baja, y eso es algo que hay que potenciar dentro de la nación e incentivar a que la gente salga de su ciudad, su pueblo o área local, porque después de todo no van a encontrar los trabajos que se merecen en esas zonas concretas.

 

¿Tienen también las empresas un papel en la internacionalización?  ¿Qué deberían hacer para impulsar este fenómeno?

Hoy en día, las empresas deben empezar por ser realistas y entender que los mercados son globales y que se necesita gente que tenga un talento global.

Las empresas españolas deben abrirse a trabajar en dos idiomas como mínimo: inglés y español. En general, dentro de las empresas españolas, incluso si son multinacionales y trabajan en países de habla anglosajona, se trabaja en español y no se incorporan personas que no hablen español, ni siquiera alumnos en prácticas. Y eso es una lacra.

Existen en España muchos másteres y programas de posgrado muy buenos académicamente, impartidos en inglés, que requieren tener experiencia profesional. Pero claro, si atraes alumnos de Rusia, Holanda, etc. y luego no encuentran empresas donde puedan hacer prácticas, no sirve de nada. Necesitamos una amplia base de empresas españolas abiertas y con mentalidad global hacia fuera y hacia dentro de la empresa, y eso no existe.

La movilidad en España, no solo la social sino la física, es muy baja

Queremos atraer talento extranjero a nuestras universidades pero no somos capaces de retenerlo una vez formado. La fuga de cerebros de investigadores formados ha dejado de ser una leyenda urbana y son muchos los científicos e investigadores españoles que se ven obligados a abandonar España en busca de un futuro mejor. ¿Qué está fallando?

Hay fallos a todos los niveles. Primero, en la atracción de talento. Por ejemplo, en la UC3M tenemos cuatro titulaciones de grado que solo se imparten en inglés. Y, sin embargo, para atraer alumnos a estas titulaciones, se les exigía hacer Selectividad, sobre contenidos que se estudian en los bachilleratos españoles. Además, el examen se hace en junio cuando la mayor parte de los estudiantes internacionales ya han seleccionado universidad. Con lo cual, teníamos una barrera brutal para atraer talento de distintos países. Esto está empezando a cambiar, al menos en la UC3M. Desde hace dos años, admitimos buenos estudiantes de bachilleratos no europeos sin hacer Selectividad, teniendo sobre todo en cuenta la nota media del bachillerato (high school diploma).

Este es un tema muy importante porque si vemos cómo va evolucionando la demografía hacia una población cada vez más envejecida, con menos gente joven española con necesidades de estudiar, o atraes talento de distintos países o este problema se va a agravar. En el ámbito de profesorado, lo abrimos hace tiempo con las titulaciones impartidas en inglés, pero muy pocas universidades tienen titulaciones 100 % en inglés. España necesita abrirse al bilingüismo de forma general. En definitiva, tenemos que abrir la Universidad para atraer talento desde abajo.

Tenemos que abrir la Universidad para atraer talento desde abajo

Y segundo, tenemos serios problemas para retener talento. Existe una presión social por cerrar las puertas a los estudiantes brillantes de distintos países para que se queden en España. Es un error pensar que si retienes a los buenos intelectuales —provengan de donde provengan—, estás dañando al joven español que no encuentra trabajo. De hecho, la gente más brillante es la más emprendedora y la que creará más puestos de trabajo en el futuro.

Hay que romper esa inercia de poner pegas al talento de fuera y a su vez dejar que nuestro talento salga fuera. Al final, el talento que sale fuera volverá a España si somos capaces de crear condiciones atractivas para que lo haga.

 

La Carlos III International School (C3IS) es un nuevo centro creado en la UC3M en respuesta a la creciente vocación internacional de la universidad, ¿cómo crees que ayudará a mejorar la internacionalización?

En términos relativos de movilidad internacional de estudiantes, España está a la cabeza de Europa y la Carlos III lidera el ranking de España. El 40 % de los estudiantes graduados de la UC3M han pasado entre seis meses y dos años fuera, mientras que la media de Europa está alrededor del 5 %.

Sin embargo, no somos buenos atrayendo talento a estudiar los grados completos y ese es, precisamente, el modelo que queremos impulsar desde la Carlos III International School. Primero, facilitando que estudiantes internacionales puedan cursar titulaciones completas de grado en inglés sin necesidad de tener que realizar la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU), comúnmente llamada Selectividad. En segundo lugar, organizando programas a medida en español e inglés para estudiantes internacionales y así generar una oferta más diversa y atractiva para aquellos países que no estén tan acostumbrados a nuestras titulaciones estándar. Ese grado de flexibilidad para atraer alumnos que, dicho sea de paso, podrán llegar a ser una importante fuente de ingresos adicional, harán a la universidad más rica y flexible.

El 40 % de los  estudiantes graduados de la UC3M han pasado entre seis  meses y dos años fuera, mientras que la media de Europa está alrededor del 5 %

¿Algún mensaje que quieras compartir con mis coetáneos?

Que tengáis un espíritu abierto y emprendedor, sin barreras mentales. Hay que estar dispuesto a aprovechar las oportunidades que salgan sin miedo a vivir en otros países y sin miedo a emprender proyectos que no sean conocidos culturalmente o en términos de reconocimiento social. Hoy en día, todavía hay jóvenes que siguen con una mentalidad de trabajo muy estándar y tradicional, el funcionariado sigue presente en la mente de muchos estudiantes, y yo creo que hay que perder ese miedo a emprender nuevos proyectos, a salir y a vivir en el mundo, a experimentar.