Las recientes elecciones han dejado a muchos con la boca abierta, para bien o para mal. Probablemente se avecinen grandes cambios en la gestión de algunas de las mayores ciudades españolas, donde se prevé la irrupción de agrupaciones variopintas bajo el paraguas común de Podemos en los gobiernos municipales.

Se pueden hacer mil vaticinios sobre las transformaciones que sufrirán estas ciudades bajo estos posibles gobiernos, y puede haber grandes éxitos y grandes fracasos. Lo único que es cierto es que, con independencia de la ideología, el ejercer como ciudadano es un deber previo a los derechos que exigimos cada cuatro años mediante una papeleta. El tiempo dirá, y el tiempo ya ha hablado en un lugar que conozco bien: São Paulo, la megalópolis brasileña, la mayor ciudad del hemisferio sur, un inmenso monstruo de hormigón que te devora el corazón. De São Paulo podemos obtener ciertas lecciones sobre lo que podría suceder en Madrid en los próximos años con Manuela en la alcaldía, aunque hay que subrayar que Brasil no es España y São Paulo no es Madrid y, por tanto, no pueden ni deben mirarse como iguales. Ni es el mismo el punto de partida ni lo son los objetivos.

El caos urbano. Foto: Gonzalo Ortega

Brasil, como los brasileños ironizan, es el país del futuro; lo es ahora, lo fue hace cincuenta años y lo seguirá siendo, probablemente, en el futuro. Brasil es una balanza rota, uno de los países más desiguales del planeta, con un abismo entre millones de desposeídos y una élite de riqueza extrema. Es un país que se debate entre proteger su patrimonio natural o aprovecharlo para impulsar un crecimiento económico que alimente tantas bocas necesitadas, aunque estos beneficios los devore la plaga de la corrupción.
Y São Paulo es su motor, una urbe de casi veinte millones de habitantes, una ciudad de sueños sin descanso, una enorme pesadilla, un infierno paradisíaco. São Paulo es un tablero de ajedrez en blanco y negro, un mundo de contrastes, un choque continuo entre la opulencia y la miseria. Sin embargo, también es el hogar de una clase media educada e inquieta, conocedora de los problemas y retos de su sociedad. Y dentro de esta, y también entre aquellos que no tienen nada más que perder, existen grupos activos que luchan por la ciudadanía, por la recuperación de espacios públicos. Todas estas ambiciones encontraron eco con la elección como alcalde de Fernando Haddad, que está transformando la ciudad a través del urbanismo, con un nuevo Plano Director como principal herramienta: un manual de instrucciones para transformar la ciudad, desde intervenciones en lo existente a la nueva construcción, abierto a la participación ciudadana e inclusivo a todos los niveles, con un uso activo de las redes sociales como Facebook que permiten un diálogo directo. Desde el heroinómano de la degradada área central o de las barracas de las afueras a las grandes empresas establecidas en la ciudad, cuya participación y capital son claves para impulsar muchos de los cambios necesarios, todas las voces son tenidas en cuenta, conscientes de que solo un diálogo puede traer mejorías. Es decir, se busca el consenso donde hay conflicto en lugar de buscar la confrontación donde no es necesaria. Esto me parece relevante tras leerme gran parte del programa de Ahora Madrid, donde algunas propuestas me parecen muy enriquecedoras y necesarias, pero otras propugnan cambios innecesarios o excesivamente utópicos.

Paraisopolis vs Morumbi cc URBZ

Paraisopolis vs Morumbi cc URBZ

En el entendimiento de la ciudad en Brasil es fundamental el Derecho a la ciudad, un concepto nacido en los años 70 con las enormes migraciones campo-ciudad que crearon paisajes urbanos de favelas y miseria que era necesario solucionar. A esta lucha por la humanización del espacio urbano se opone constantemente el grupo de presión promotor de construcciones exclusivas, solo accesibles en transporte privado y para ciertas clases sociales, aisladas del mundo exterior por constantes sistemas de control: alambradas, guardias, cámaras de vigilancia. Con esto no me refiero al capital privado en la construcción, sino a una tendencia impulsada desde ciertos sectores que propaga la jerarquización social, el aislamiento y el miedo.

La ciudad actual está forjándose en esta confrontación constante, construyendo a ritmo vertiginoso lujosos rascacielos residenciales al mismo tiempo que se impulsan acciones para la recuperación de la ciudad, simplificadas en tres subgrupos: la intervención en las barriadas periféricas, las famosas favelas; la recuperación de un centro degradado socialmente al extremo y las acciones para la recuperación del espacio urbano en el resto de la ciudad, un movimiento más reciente acorde con el despertar de la conciencia ciudadana. Acciones muy distintas, pero complementarias y dependientes.

1. Intervención en las favelas

Sin duda alguna, el gran reto de São Paulo es el primer punto, es decir, el saneamiento de los poblados marginales, de unas favelas en constante expansión y degradación. El objetivo: incorporar a la población más marginada en las dinámicas de la sociedad y hacerla partícipe del crecimiento económico, evitando así el aumento de una desigualdad extrema. Su reemplazamiento por viviendas sociales, aún de baja calidad, resulta prácticamente utópico por las dimensiones del problema e implica en muchos casos una rotura del tejido social existente, además de implicar unos costes económicos difícilmente asumibles. Por tanto, los esfuerzos se concentran en la mejora de las infraestructuras de acceso, el saneamiento y la inversión en el espacio público, en reforzar lo comunitario para así beneficiar al individuo.

Intervención urbana en la favela de Cantinho do Ceu cc Prefeitura Sao Paulo

Intervención urbana en la favela de Cantinho do Ceu cc Prefeitura Sao Paulo

Poder acceder al centro de la ciudad y a los lugares de empleo con mayor facilidad es clave en un lugar inmenso como São Paulo, donde los desplazamientos en transporte público desde algunos lugares suponen varias horas. Estas mejoras aumentan la calidad de vida de los habitantes de estas periferias, que ganan así tiempo para su formación, la de sus hijos o para dedicarse a actividades comunitarias. Es muy importante mejorar en todas las escalas el entorno urbano, como se ha hecho en la favela de Cantinho do Céu, y otros proyectos de equipamientos comunitarios, desde las pistas deportivas sobre antiguos vertederos a obras de mayor dimensión y repercusión mediática —como el Grotão de Paraisópolis, de Urban Think Tank, que aplica un concepto de edificio multiusos muy exitoso en Venezuela y Colombia—. Las grandes intervenciones estructurales son complementadas por infinidad de pequeñas organizaciones en pequeñas obras, un suma y sigue continuo, como la construcción de una vivienda en que pude colaborar con la asociación URBZ Brazil, una rama de la red internacional de URBZ_user generated cities.

Grotão, Pabellón Multiusos, cc Urban Think Tank

Grotão, Pabellón Multiusos, cc Urban Think Tank

2. Recuperación del centro

Frente a unos suburbios expansivos, el centro de la ciudad se consume en un agujero negro de abandono, tomado por la drogadicción, convirtiendo su recuperación en el segundo objetivo de la Secretaría Municipal de Desarrollo Urbano. El crecimiento incombustible de São Paulo durante el siglo XX llevó a una ciudad policéntrica, desplazándose cada pocas décadas el centro de gravedad de la ciudad desde el núcleo histórico original a la avenida Paulista en los 60 y a la avenida de Faria Lima en la actualidad. Este nomadismo ha dejado tras de sí una cantidad enorme de edificios abandonados, esqueletos de hormigón de un skyline fantasma. Ante este panorama de lugares habitables vacíos, los movimientos de ocupación se han organizado para tomarlos paulatinamente y convertirlos en hogar para muchos de los desposeídos. El documental Dia de Festa, de Toni Venturi, retrata a través del proceso de ocupación de una de estas moles, la organización de estos movimientos de ocupación. Lo que se busca aquí no es una proclama ideológica, sino dar cobijo a quien lo necesita, otorgándole, dentro de la estructura comunitaria de cada ocupación, derechos y deberes, a la vez que se da vida al centro de la ciudad, tomado por la drogadicción.

Cafe na rua, actividad colectiva en la ocupación Marconi cc Movimento moradia

Cafe na rua, actividad colectiva en la ocupación Marconi cc Movimento moradia

Gracias a una compañera de escuela conocí una de estas ocupaciones, bastante herméticas por cuestiones de seguridad, y allí descubrí una comunidad activa, trabajadora, incansable, donde la única ideología es la del esfuerzo y la formación. Hay que aclarar que no hablamos de edificios abandonados durante unos años, sino de décadas, y debemos valorar la posibilidad de volver a habitar el centro con quien se ha visto desplazado a las afueras, creando un tejido social más rico y actuando sobre dos problemas simultáneamente, la carestía de vivienda y la degradación del área central.

Sem teto cc RBA

Sem teto cc RBA

En Madrid, el reciente desalojo del Patio Maravillas y su inmediato traslado a otro edificio abandonado nos lleva igualmente a plantearnos el límite de la legalidad de estas acciones. El Patio Maravillas, la Tabacalera y otras ocupaciones han resultado muy beneficiosas para sus barrios, aportando dinamismo y opciones de formación que deberían ser reforzadas y exportadas a la red de centros culturales municipales. Igualmente, se han producido en los últimos años muchas ocupaciones de promociones fantasma en nuestro país, normalmente por parte de individuos, de modo anárquico y donde prima el interés propio justificado por la crisis económica y los abusos inmobiliarios. A la compleja relación con la legalidad se suma la moralidad de estas acciones, la difícil definición del límite de lo que se puede llevar a cabo, el «todo vale» que no puede establecerse como norma. Será interesante, por tanto, asistir en los próximos años a la institucionalización de estos procesos y sus mecanismos legales, a entender estas ocupaciones como elementos temporales que surjan de un acuerdo de ambas partes, ocupantes y propiedad.

3. Espacio urbano: Operación rescate

La expansión ilimitada y caótica de la ciudad llevó a la creación de una inmensa jungla de hormigón, con apenas parques en un lugar donde antes había jungla, tomada por los coches y la especulación, en un crecimiento destructivo que la llevó a ser prácticamente inhabitable a excepción de los barrios más pudientes. Frente a esto, colectivos de ciudadanos llevan años luchando por mejorar en el tercer punto: una ciudad «más ciudad», una ciudad mejor. Y si sus objetivos pueden parecer nimios frente al drama social antes mencionado, son igualmente importantes, pues propugnan la recuperación de los valores ciudadanos que pueden reducir esta brecha. Como hemos mencionado en otros artículos, recuperar el espacio público es beneficioso para todos, ciudadanos, empresas y administración.

 

Metro de São Paulo en hora punta cc Vadebike

Metro de São Paulo en hora punta cc Vadebike

El transporte y la accesibilidad son fundamentales en esto ante las dimensiones de la metrópolis y suponen la gran batalla de São Paulo a la vez que una herramienta vital en la cohesión entre las clases sociales y la dañina división de la ciudad en grupos en función de su capacidad económica. La limitación de desplazamiento de ciertos grupos y la mutilación del tejido urbano por autopistas y avenidas han impedido durante años la movilidad de gran parte de la población, contribuyendo a su aislamiento social y económico.

Ciclopaulista cc Epoca

Ciclopaulista cc Epoca

Una ciudad tomada por los coches que intenta buscar alternativas en un metro de alcance muy limitado, abarrotado y de lento crecimiento por los desvíos de la corrupción y un sistema de autobús en restructuración con la implementación de carriles exclusivos. El objetivo es hacer que el transporte público sea válido para todos y no sea discriminado por un clasismo manifiesto y facilitar la movilidad de las clases bajas desde sus asentamientos marginales, combinándolo con la inclusión del transporte privado como medio compartido, conscientes de que lo público no puede dar la solución completa. Para ello, algunas plataformas públicas buscan promover esta integración, tan infraestructural como social. La otra gran reformas estructural, la implementación de un sistema de carril-bici, una propuesta que parecía disparatada para una ciudad de topografía accidentada, grandes distancias e insegura tanto en el tráfico rodado como en la delincuencia común. Un acto de locura, un delirio del que yo formé parte, comenzando a moverme en bici cuando no podría ser más desfavorable, y que he podido continuar en Madrid con el reciente BiciMad y esos pseudo-carriles bici.

Ciclovías en barrios marginales cc Fotos publicas BR

Ciclovías en barrios marginales cc Fotos publicas BR

La instalación de ciclovías de la noche a la mañana en la ciudad brasileña significaba transformar directamente una ciudad pensada para el coche en una ideada para el individuo. Las ciclovías han permitido a las clases bajas un acceso más rápido y seguro a las grandes infraestructuras y han liberado el centro de gran parte del tráfico pesado. Y, para más inri, esta acción del ayuntamiento se complementa por un sistema de bicicletas de alquiler, BikeSampa, promovido por un banco en un buen ejemplo de colaboración público-privada.

En una ciudad surgida en medio de la exuberante mata atlántica, ahora cubierta de asfalto, otra de las grandes luchas es aquella por los espacios verdes y su recuperación frente a la especulación inmobiliaria. Mi vivencia más cercana fue con el colectivo por la recuperación del Parque Augusta, último reducto salvaje en un área céntrica en revalorización, que promovía su protección frente a su sustitución por el enésimo bloque de pisos. Probablemente la mayor diferencia en este caso sea el estatus social de los impulsores, no un colectivo carente, sino una clase media que huye de la sectorización que ha caracterizado su sociedad durante décadas, que entiende que ciertos valores son más relevantes que el beneficio económico.

Tras el muro está el parque cc Desacato

Tras el muro está el parque cc Desacato

La última batalla de São Paulo, librada por Madrid hace años en el afán transformador de Gallardón —aun a coste de esa inmensa deuda municipal que arrastramos—, es la transformación de la autovía elevada que atraviesa y degrada gran parte del centro de la ciudad, a pocos metros de las fachadas de los edificios colindantes. Cerrado al tráfico por las noches y los domingos, el llamado Minhocão se ha convertido en el espacio público por excelencia del centro São Paulo, una pista elevada de asfalto donde todo puede suceder, y donde varias asociaciones promueven actividades en los edificios que dan a este improvisado y duro escenario urbano. Su cierre definitivo y posible posterior demolición aún son objeto de debate, pero ha demostrado ser un laboratorio, un éxito seguro para el futuro, donde las instituciones han dado libertad al ciudadano para apropiarse del espacio y darle el uso que realmente le corresponde, y no uno asignado por un plan urbanístico, antes de proceder a su transformación definitiva.